
¡Ahh!, pero falta una película, y esta es Somos lo que hay, de Jorge Michel Grau, muy mal recibida por muchos pero que en mi opinión también merece un análisis más imparcial. En este caso, estamos ante otra incursión genérica, ahora al terror, pero a diferencia de los horrores de Depositarios o 2033, nos topamos con una cinta impecablemente filmada (sobre todo su fotografía, muy destacable), y muy bien actuada (a excepción hecha de un desafortunadisimo cameo de Daniel Giménez Cacho que realmente debería desaparecer de la edición final). Por otro lado, su planteamiento no deja de tener interés, y aunque al final todo se resuelve de manera muy convencional y empiezan a aparecer los recuerdos de otras cintas similares, hay bastante originalidad en el planteamiento de esta familia defeña asolada por la muerte del padre y la necesidad de perpetuar un extraño “rito” caníbal en el que se asoman las identidades no asumidas de cada uno de sus miembros. Lástima que Michel Grau no se decida por un tono y no sepamos si estamos frente a un filme de horror, una comedia de humor negro, o un melodrama familiar. Vaya, la indefinición genérica no estaría mal, pero el guión se muestra tímido frente a cada uno de estos géneros y uno se queda con la impresión de que se tomaron demasiado en serio un asunto que merecía más sentido del humor, y mucho más sangre y vísceras, o sea, más elementos gore. Entonces sí el cameo de Giménez Cacho, abierta referencia a Cronos, de Guillermo del Toro, tendría sentido y no estaría de sobra.
Como quiera que sea, Guadalajara nos trajo una buena cosecha de cine mexicano, y también de cine Iberoamericano, del que ya hablaremos más adelante.
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