...yo también los empujaba; jugaba carreterita eternamente... estoy seguro que mis caminos de tiza llegaban a Xalapa o Chihuhua, con todo y sus topes, sus puentes, sus trampas y pozos... no faltaban los "pits" para cambiar neumáticos y afinar el motor... sin embargo, lo que más disfruté siempre, fue estacionarlos y mirar su poderío de frente...
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